La piel y el sol

A comienzos del siglo pasado aún se dejaba ver entre las creencias y “decretos” de la sociedad, la idea que mantenerse reguardado del sol, o sea con la piel lo más blanca posible, era sinónimo de pertenecer a una condición socio económica privilegiada. Tanto era así, que en el siglo XVI, sobre todo en Europa, se utilizaba arsénico para dar a su rostro un aspecto translúcido.

La piel quemada por el sol era rechazada ya que se vinculaba con quienes debían exponerse al sol por trabajo y no por razones recreativas.

Fue en los años 20, que esta idea comenzó a cambiar y la piel bronceada pasó a ser imagen de belleza, salud y status social.

Iniciado el siglo XX los avances en la ciencia hizo conocer los numerosos beneficios terapéuticos que tenía el sol sobre la salud y muchos fueron los médicos que comenzaron a recetar/recomendar a sus pacientes tomar ‘baños de sol’ y así combatir numerosas enfermedades (entre ellas la anemia, la depresión, refortalecimiento óseo, etc).

A pesar de los múltiples beneficios que aportaba el sol, los miembros de la alta sociedad continuaban resistiéndose a que su piel fuese bronceada y dejaba esto para las clases más bajas y los enfermos (bajo prescripción médica).

Pero llegó un momento en el que, de la noche a la mañana, se decidió que el estar pálido y tener una piel blanquecina ya no resultaba atractivo, poniéndose de moda entre los círculos más exclusivos la piel bronceada por el sol, algo que, a la par de saludable, resultaba visualmente hermoso y posicionaba socialmente.

Un momento clave que cuando la diseñadora francesa Coco Chanel popularizó la moda del bronceado a principios de la década de 1920, tras unas vacaciones en la Riviera francesa.

En esa misma época en nuestro país, se fortaleció la construcción de balnearios en toda la franja costera.

Se publicitaba la compra de los terrenos invitando a disfrutar las vacaciones de verano, con actividades recreativas y deportivas al aire libre y los famosos “baños de sol”.

Asimismo por esos años, con el desarrollo social y económico del país también se generaron múltiples actividades laborales al aire libre, que llevan a que estos trabajadores a exponerse en forma prolongada al sol.

Por ende, y por diferentes razones tenemos una población que se viene exponiendo al sol desde hace varias décadas ya sea por motivos recreativos como laborales, pero muchos con consecuencias negativas para la salud de la piel.

Actualmente


La evidencia científica es contundente: los efectos de la radiación ultravioleta (UV) del sol tiene efectos negativos sobre la salud de la piel que van desde el enrojecimiento hasta el desarrollo de cáncer de piel.

Nuestra piel, el órgano más grande del cuerpo, es la primera y más importante vestimenta y es por ello que merece todo nuestro cuidado y protección.

Si bien existen innumerables agentes físicos, químicos y biológicos que afectan la piel, uno de los más importantes es la radiación ultravioleta (UV) del sol.

Este agente es la causa más importante del fotoenvejecimiento cutáneo, de las quemaduras solares y del cáncer de piel.

Cuando se habla de cáncer de piel se incluye al melanoma y el cáncer de piel no melanoma.

La cantidad de melanomas, aumenta rápidamente luego de cumplidos los 20 años, especialmente en el tipo de piel muy blanca. Y es muy importante recordar realizar un seguimiento de la historia individual de ciertos tipos de lunares, así como también de quienes hayan tenido anteriormente cáncer de piel, pues tienen mayor riesgo de desarrollarlo.

El número de muertes por esta causa ha aumentado en los últimos años, probablemente por el aumento de actividades al aire libre y la no conciencia del cuidado siempre que se esta expuesto al sol.

A través de la detección temprana, el 95 % de los cánceres de piel son curables porque se actúa en momentos en que la enfermedad aún no ha invadido capas más profundas de la piel permitiendo realizar mejores tratamientos.

Si bien es una enfermedad frecuentemente curable, los tratamientos pueden causar secuelas que pueden ser importantes. Pensemos en un cáncer de la piel del párpado, su tratamiento puede llevar a que esa persona pierda la visión de ese ojo.

El cáncer de piel es “altamente prevenible” a través de diversas medidas de protección simples y económicas.

Pero para ponerlos en práctica es necesario que se comprenda que “no existe el bronceado seguro”.  El bronceado es evidencia de daño en la piel.

Cuidado y protección de la piel


En primer lugar, para cuidar la piel es necesario respetar su color natural, evitando el bronceado.

Dicho esto, sea por costumbre, porque nos gusta, por moda, por deporte, por paseos, por trabajo; o los motivos que tuviéramos para exponemos al sol, debemos cuidarnos de los efectos nocivos de la radiación UV, evitando ser afectado por la exposición directa al mismo principalmente entre las 10 y las 17 horas.

Por otra parte, a toda hora es imprescindible protegerse con: vestimenta de colores oscuros que cubra los hombros, brazos y piernas, sombrero de ala ancha (de por lo menos 8 cm.), lentes con filtro UV y protector solar de amplio espectro (con protección para la radiación UV del tipo UV-A y UV-B), adecuado al tipo de piel.

Es de fundamental importancia incorporar a la alimentación diaria abundantes líquidos (agua, jugos, etc.), como también frutas y verduras frescas.

Conocé tu Piel


Es necesario que cada persona conozca las características normales de su piel, la observación detenida y el reconocimiento regular desde pequeños proveerá a cada uno un modelo de normalidad.

De esta manera se fomenta la capacidad de autoconocimiento y por tanto de reconocimiento de cualquier cambio que pueda ocurrir.

En el ejercicio de examinar la piel frecuentemente y conocer las características de la misma es importante estar alerta frente a:

La aparición de nuevos lunares, manchas o verrugas.
Heridas que no curan, llagas que no cicatrizan
Cambios de color, crecimiento, picazón o sangrado en manchas o verrugas o lunares.

Ante cualquiera de estos cambios se debe consultar al médico a la brevedad.

Se debe recordar que aquella piel que se encuentra “curtida”, áspera, dura o arrugada de tanto exponerse al sol es la de mayor riesgo de enfermedades graves y de cáncer de piel.

 

Autoexamen de la Piel


Existe un método sencillo para que cada uno pueda efectuarse un reconocimiento de las características normales de su piel, conociendo sus lunares, con el fin de detectar en forma precoz cualquier tipo de lesión sospechosa que deba ser vista por un dermatólogo.

Hay que tener en cuenta una serie de características, que se identifican, cada una, con las primeras letras del abecedario.

A - asimetría

Si un lunar tiene una forma asimétrica, es decir si una mitad es diferente a la otra, ése es un signo que puede estar expresando malignidad.

B - bordes

Al observar con detenimiento los bordes, si se aprecia una franca irregularidad de sus límites ,o éstos están borrosos, eso también debe ponernos en alerta.

C - color

Con respecto a los colores, no se trata tanto de si el lunar es negro, marrón o grisáceo, sino que el signo de sospecha de melanoma se relaciona más que nada con que un mismo lunar tenga distintos colores.

D - diámetro

Clásicamente se determina que, en relación al tamaño de la lesión, cuando supera los 6 milímetros de diámetro, se puede estar frente a un tumor maligno. De todas formas, no hay que perder de vista que éstos también pueden comenzar siendo lesiones pequeñas.

E - evolución

Es característico de este tipo de cánceres de piel presentar un rápido crecimiento o un notorio cambio en su forma o color en relativamente poco tiempo. También hay que considerar si además sangra o pica.

La mayoría de los cánceres de piel son prevenibles y si se diagnostican en etapas tempranas se pueden curar. Por esto, si se observan algunos de estas señales es necesario consultar al médico. #TomaloEnCuenta
Fuente CHLCC- Agradecemos el material que nos brinda la Comisión honoraria de lucha contra el cáncer

 
Carla Bella

Gerente de Responsabilidad Social

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