Monumentos emblemáticos de Montevideo: Palacio Gandós

También conocido como el Hotel Colón, alberga hoy en día la sede de la representación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Uruguay. El hermoso edificio de estilo francés está ubicado en la esquina de las calles Rincón y Bartolomé Mitre, en Ciudad Vieja.

Esta obra de arte arquitectónica está precedida de una larga historia en la que figuró como uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, a la altura de los mejores establecimientos europeos del ramo. Su fundador, don Leoncio Gandós, fue un esforzado inmigrante y hombre de negocios que en 1908 decidió dar un salto empresarial y ampliar el rumbo de sus negocios. Él tenía un comercio en la esquina de Rincón y Bartolomé Mitre, en la acera norte, así que resolvió adquirir el terreno que estaba justo en frente. Hecho esto, le encargó al arquitecto francés Basset la confección de los planos de un edificio de doble propósito: local de comercio para ferretería en la planta baja y subsuelo, y hotel de lujo en los pisos superiores.
 
Las obras comenzaron al año siguiente y el edificio fue inaugurado en diciembre de 1910. Tan hermoso y esbelto resultó que, a la usanza de la época, fue conocido como el Palacio Gandós, sumándose a la categoría de otros renombrados edificios que merecían el apodo como el Taranco, el Jackson y el Golorons que se levantaban en el panorama urbano.




 
Con claro sentido multipropósito en la planta baja, subsuelo y entrepiso, trasladó la Ferretería Gandós, con ingreso por la esquina de Bartolomé Mitre y Rincón, mientras que los pisos restantes con entrada por la calle Rincón estaban destinados al Gran Hotel Colón.
 
El lujo de aquellos tiempos de guerras y entreguerras mundiales no solo se verificó en la edificación sino también en el mobiliario, la vajilla, los cortinados y objetos de la decoración los que fueron adquiridos en Europa por uno de los hijos del dueño, el joven Rodolfo Gandós. A lo largo de una trayectoria de casi 60 años el Hotel Colón convocó huéspedes de varias nacionalidades y todas las clases sociales, desde embajadores y diplomáticos hasta una comentada sobrina de la reina Victoria de Inglaterra en los primeros y lujosos años, hasta albergar a pensionistas estables y ocupantes precarios en los últimos y decadentes años. La lista de los huéspedes famosos que se conoce, hace relación con visitantes ilustres de la época de oro, cantantes y músicos como Enrico Caruso, Arturo Toscanini, Tita Rufo, Gino Becchi, la soprano Galli Curci, el tenor Giacomo Lauri-Volpi y el famoso Tito Gobbi. También se hospedaron actores de las revistas como Sofía la Negra Bozán, Paquito Busto, Florencio Parraviccini y Santiago Arrieta, entre otros miembros de la farándula porteña. También Carlos Gardel se hospedó en varias oportunidades, se dice que siempre en la pieza número 1 aunque, como pasa con muchas de las situaciones gardelianas, no haya seguridad en cuanto al número de la habitación ni a la fecha de su hospedaje. Se cuenta que la Troupe Ateniense, con Víctor Soliño a la cabeza, amigo de la casa y oriundo de Bayona como don Leoncio, ensayaron sus canciones en alguno de sus patios.
 
El hotel, de lujosas 75 habitaciones con antesala privada, estuvo de moda y fue un ámbito ideal para que las parejas de recién casados de la más alta sociedad pasaran la luna de miel. Este dato se confirmó de una forma muy peculiar dado que, en un remate de muebles que habían pertenecido al hotel, aparecieron varios papelitos escondidos en los barrotes de las viejas camas de bronce con frases de amor, algunas con firmas de reconocidas personalidades de la historia nacional.

Hacia la década de 1940 comenzó el largo proceso de su declinación, que acompañó poco a poco al proceso general de deterioro que afectó a la Ciudad Vieja. En el Álbum Guía para el Turismo en Uruguay de 1933 y 1934 la publicidad decía lo siguiente: “Gran Hotel Colón. Suntuosas habitaciones con baños. Situación inmejorable con todos los tranvías a la puerta. Calefacción en todas sus dependencias. Habitaciones desde $ 2.00. Rodolfo Gandós”.
 
En la década de 1970 el hotel acompañó el proceso de decadencia de la Ciudad Vieja, alquilándose mensualmente por piezas y llegando en algunos casos a ser ocupado por intrusos. Sobre el final, llegó a la situación de remate, para lo cual se debió desalojar a sus ocupantes estables. Pero, afortunadamente la conciencia de preservación del patrimonio que se empezaba a respirar lo logró salvar de la piqueta fatal del progreso con la declaración de Patrimonio Histórico Nacional.








 
Hoy en día, como dijimos antes, alberga las oficinas del BID, luego de una importante intervención, evaluada por los organismos de contralor patrimonial correspondientes. Se realizaron operaciones de restauración en fachadas, patios internos, claraboyas, pavimentos, con criterios de riguroso respeto por los valores patrimoniales, a la vez que se agregaron instalaciones de última generación y se realizaron las adaptaciones correspondientes a la nueva función. El resultado permite rescatar la tipología y la volumetría originales, siendo la intervención más audaz la realizada en el nivel de mansarda, donde se incorporó una gran cubierta curva transparente, que techa las tres claraboyas originales, aportando el acento contemporáneo más visible en el edificio.

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