El mundo del arte y el submundo de la voluptuosidad II

Continuamos narrando la caótica historia de Doña Carlota Ferreira y Don Juan Manuel Blanes.

En esta etapa de los acontecimientos la vida de Juan Manuel Blanes ya había dado muchos cambios, desde sus trabajos para el Gral. Urquiza, los viajes a Florencia y otras partes de Europa donde fue reconocido, El crecimiento de su familia, la muerte de alguno de sus hijos más pequeños. Juan Manuel se acercaba a sus 45 años habiendo logrado una estabilidad económica que comenzaba a estabilizarse y se acercaba también a la cúspide de su carrera.



Juan Manuel Blanes y María Linari con sus hijos Juan Luis y Nicanor (Florencia, 1863)



Fue en ese momento que reaparece Carlota en su vida. Contaba por ese entonces con 36 años.  Aunque para él era una clienta más, ni recuerdos de aquellos jóvenes que cruzaban miradas en el Cardal cuando él se dirigía al burdel de su madre, pero en su primer encuentro ella ya sabía quién era ese caballero, que de adolescente le había quitado el sueño, y comenzó a elucubrar de cómo lo atraería a su telaraña.

Por ese entonces ni corta ni perezosa ya había entablado amistad con varios caballeros de la alta sociedad de apellidos muy renombrados y por lo tanto de muy buen nivel económico. El que la acompañaba noche y día por ese entonces era Don Ezequiel de Viana y Oribe (descendiente de la legendaria familia de la que hemos hablado Viana y Oribe) algo más joven que ella y ya introducidos los dos y sus amigos en la morfina, juntos con varios amigotes y visitantes de la casa de dudosa calaña.

Con el pretexto de que en su nueva casa, alquilada, pero con grandes escalinatas de mármol como ella deseaba, colocaría en un lugar destacado un retrato de su esposo fallecido. Le pidió a su “amigo” y confidente que la acompañara al taller del artista más renombrado del momento. Se hicieron las presentaciones del caso, el pedido de acuerdo a los requerimientos de la señora y quedó arreglado el negocio, pero Blanes quedó embriagado cuando se acercó a ella para besar su mano para despedirse.  Ya se había arreglado el precio, y el cuadro quedó terminado y entregado en agosto de 1874. La última entrega de cuota se realizó en diciembre de 1876, quedando un saldo que nunca se concretó.

Mucha agua corrió hasta 1883 bajo el río, desde que los hijos de Carlota la abandonaron pues no toleraban el comportamiento de su madre, hasta su casamiento con Viana Oribe a escondidas de la familia, realizado en la ciudad de Buenos Aires, hasta que en 1883 Martín esposo de Carlota era muerto a manos de su hermano Javier, por asuntos de celos y reproches de polleras de Carlota que todos conocían, salvo el enamorado Ezequiel. Segunda viudez de Carlota. Pero no tardará mucho tiempo en que nuevamente se enredará al mismo tiempo con padre e hijo Blanes, amante de uno y esposa por corto tiempo del otro.

Por ese entonces Juan Manuel Blanes recibía muchos encargues del gobierno nacional. Sabemos que la obra de Blanes es tan prolífera que solo un artículo tendríamos que dedicar a ella. El  rostro del prócer, Artigas en la puerta de la ciudadela, en 1885 la del General Santos con su estado mayor y cientos más.

En febrero de 1886 se presentó en su estudio de la calle Soriano Carlota con su asesor del momento. Por ese entonces Blanes tenía sesenta y seis años y Carlota cuarenta y ocho. Seguía exhalando aquellos perfumes embriagadores y aunque un poco más regordeta seguía manteniendo aquel encanto felino y cautivador que aplastaba a los hombres. A los ojos de Blanes seguía siendo una mujer muy atractiva.

Es allí que le expuso que quería un retrato, téngase en cuenta que en ese momento tener un retrato realizado por Blanes daba estatus. Ella seguía buscando reconocimiento en la sociedad y saciar su ego. Se habló del precio y de la cantidad de sesiones que debería pasar. A lo cual ella estuvo de acuerdo y quedó sellado el pacto. Ella sin saberlo sellaba un pacto que luego se transformaría para Blanes odio y venganza y para ella llegar a tocar fondo.

Después de una copa de salutaciones, no hubo muchos preámbulos, ella lo invitó directamente a pasar a su dormitorio. Por sus varios achaques él había abandonado sus desenfrenos sexuales, lo que Carlota despertaría en todas sus formas imaginables. Después del primer encuentro Blanes siguió asistiendo a las citas todos los viernes de mayo por la noche, la última sesión sería el primer jueves de junio. Día fatal para la   familia de los Blanes.

Fueron tres largos y al mismo tiempo cortos meses para los amantes. Ese día Carlota es presentada a Nicanor, hijo de Juan Manuel. Carlota se fue a la habitación como de costumbre a cambiarse y cuando dejó el recinto escribió una tarjeta, le guiñó el ojo a Nicanor y al saludarse le puso en sus manos la tarjeta. “Me gustaría verlo esta noche a las 8 en mi casa. Vivo en Ibicuy 170”. Otra suerte y conquista echada. Nicanor asistió y no pudo creer lo que esa noche le había pasado, al regresar a su casa su padre le pregunta de dónde viene, a lo que él responde “De pasar la mejor noche de mi vida”.

Esa misma noche Juan Manuel también visita a Carlota, pero ella lo recibe con un “hoy no”. Es en este momento que se producirá el enfrentamiento entre padre e hijo. Uno no quiere perder a la mujer que volvió a despertar en él el deseo olvidado durante años y el otro ve la oportunidad de vengarse de su padre, reivindicar a su madre. No había recibido nunca un cariño de su padre y teniendo a su amante de turno vengaba a su madre, a quien siempre engañada.

Este asunto concluye con el casamiento de Carlota y Nicanor,  en Buenos Aires el 30 de julio de 1886. Carlota declaró 35 años de edad cuando en realidad tenía 48 y Nicanor 29 y tenía 27 años. En 1890 Juan Manuel escribió a varios amigos en Buenos Aires para tratar de anular ese casamiento, lo cual nunca se pudo hacer. El matrimonio no duró mucho, ya que sabemos las exigencias amorosas de Carlota y los deslices que tenía, lo que desmoralizó totalmente a Nicanor. El último supuesto matrimonio de Carlota fue con un prestigioso médico polaco, Julio Jurcowski, quien la atendió por un quebranto de salud después de su separación matrimonial. Él le proporcionaba además toda la morfina que ella quisiera consumir, no olvidemos que eso la persiguió toda su vida. Vivieron en Minas y luego se trasladaron a Salto, donde el doctor instaló una clínica. Él tenía 48 años y ella 50. En 1889 se embarcaron a París para asistir a la Exposición Universal. Allí se dieron la gran vida, cabaret, ópera y alquilaron un gran apartamento, asistiendo a todas las funciones que hubieren.



Exposición de Juan Manuel Blanes en el Museo de Artes Plásticas y Visuales (2016)



Murió la esposa de Blanes, uno de sus hijos Juan Luis estaba en Roma, por lo tanto partiría con Nicanor haciendo una escala en París. Parecería que el diablo estaba dando vueltas por este mundo, ya que Blanes se entera de que Carlota está allí. Por lo tanto trama su venganza. Sabe además que no está pasando por un buen momento económico y que su esposo tampoco ya que están vendiendo todos los bienes. Es así que le hace saber al esposo de Carlota que está dispuesto a pagar 10 mil francos si permite que su esposa pose para él desnuda, que su rostro no se verá. A lo que le contesta que su mujer está dispuesta a posar para él nuevamente en aras del arte. Blanes contesta entonces que es importante que no trascienda y debe quedar entre los tres. El trabajo de la pintura llevó algo más de un mes. Blanes el primer día dejó la habitación adjudicada en casa de los Jurcowski pronta para recibir a la modelo, la cual hizo colocar de varias maneras en diversas pruebas. Las sesiones llevaban hasta seis horas diarias. Así surgió la pintura que conocemos como “Mundo, Demonio y Carne”. La podemos observar en el Museo Juan Manuel Blanes de Montevideo.



 La obra de Juan Manuel Blanes "Demonio, mundo y carne" (1886) se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes, como parte de la exposición La seducción fatal. 

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