Un polifacético soñador y una dama patricia: Pedro Figari y María de Castro Caravia III

¡Bienvenidos a la tercera parte de esta entrega sobre Pedro Figari!

Al regreso de su luna de miel, María Caravia y José  Figari fueron a vivir a una casa ubicada en la calle Reconquista entre las calles Treinta y Tres y Misiones, propiedad del Dr. Castro. La casa tenía una gran escalinata de mármol que conducía a la planta alta, donde estaban las habitaciones familiares. En su estudio ubicado a un lado de la planta dio lugar a reuniones de destacados intelectuales a todos los niveles.  Por un lado pintores como Carlos Federico Sáez, Pedro Blanes Viale, Milo Beretta, o músicos como Eduardo Fabini o escritores como Anatole France para nombrar algunos de más repercusión y conocidos fácilmente.





El matrimonio Figari tuvo ocho hijos, María Elena, Mercedes, María Margarita, María Delia, Juan Carlos, Isabel, Emma y Pedro.  Figari amó inmensamente a sus hijos, aunque no era muy demostrativo, pero jamás pudo vivir sin ellos. Su más fiel compañero fue Juan Carlos, el más mimado Pedro y la más abnegada Delia. Cuando se mudaron a otra casa de altos en la calle Misiones y 25 de Agosto. En esa época ya era famoso por su capacidad intelectual y su espíritu crítico además del buen gusto que se desprendía de su residencia.  

En esa casa fue donde Figari vivió los momentos más hermosos viendo jugar a sus hijos, cantar juntos, hacer música. Nunca se volvieron a dar esa circunstancia en la familia. Hacían paseos los fines de semana, el más importante fue  en la quinta de los Castro. En ella el pintor se recreaba por sus senderos para pintar. Otro de los paseos preferidos de la familia era la zona de los Pocitos. Sus arenales eran salvajes e inhóspitos, pero Figari los adoraba.  Con Enrique uno de sus hermanos hacía largas cabalgatas entre arenas y pastizales, a veces  hasta el Molino de Pérez. A tal punto le gustó este lugar que llegó a alquilara sus habitaciones para la familia en varias oportunidades para veranear. Aquí también pintó entre el viento, el salitre y el rumor del mar.

 
Pero llegarían tiempos difíciles para la familia y su felicidad. Esta parte más triste y melancólica  la veremos en la próxima entrega.
¡Gracias!

Deja tu comentario

No se publicará
No se publicará
Whatsapp