¡Échale ganas a la vida!
La vida es más grande o más pequeña según las ganas que le eches y el amor que le pongas.
Tiene una forma u otra, según la limes, la moldees y la vayas amasando.
Dios te saca del apuro… ¡solo necesitas echarle ganas!
Cuando uno hace lo que le gusta, sólo cuenta el avance,
no las horas que le dedica; sólo cuenta que su objetivo
va cuajando, no el esfuerzo y el tiempo que invertiste
en él; sólo cuenta la semilla que lleva dentro
para desarrollar, no la clase de árbol que se le ha destinado.
Cuando te gusta lo que haces, no percibes el tránsito
del tiempo, que siempre te parece corto, ni el vuelo
de las horas, que siempre parecen bien empleadas.
Casi siempre soñamos ser lo que no llegaremos
a ser nunca, pero en medio está el motor de la esperanza
que nos impulsa y el aliciente que nos aguijonea la vida.
Debes saber penetrar con ojo de águila en la realidad
que te rodea y a la vez saber volar sobre ella y mirar
desde arriba dónde debes posarte. Échale ganas a la vida,
aunque algunos miren más la huella de tus fracasos
que la excelencia de tus logros.
Échale ganas a la vida aunque no sea fácil,
y a veces parezca que nada puedes conseguir
y nada vale la pena. Vive tus sentimientos,
expresa tu verdad, despójate de prejuicios,
asimila los hechos y adórnalo todo con la imaginación.
Ordena tu ideas, aléjate del pensamiento que te tortura
y de los lastres que te hunden, desecha todo eso
que le roba belleza a la vida. Mírate como en el fondo
de un estanque y líbrate de tu propia basura.
Échale ganas a la vida, y corre sobre ella como
si llevaras la fuerza en los estribos, la acción
en las manos, la convicción en la frente
y el fuego en el corazón.
¡Pon a calentar tu vida, pero echándole ganas!